domingo, 27 de febrero de 2011

QUIÉN, CUÁNDO, DÓNDE, POR QUÉ Y CÓMO

Tras una primera lectura del extenso artículo de Signes Cordoñer, que voy cotejando con la obra de Jeffery, llego a la conclusión de que la cuestión del origen fenicio del alfabeto griego es sumamente compleja, y lo único que se puede asegurar es el hecho en sí: el alfabeto griego procede del fenicio. El quién, el cuándo, el dónde, el por qué y el cómo siguen siendo auténticos enigmas muy difíciles de solucionar. Sin embargo, el artículo arroja bastante luz sobre estas cuestiones, y en esta primera lectura sus argumentos me han parecido muy convincentes, salvo tal vez el del dónde. Resalto en negrita las conclusiones que a mí me parecen más novedosas:

1. Quién: según el autor, la adopción no fue obra de un individuo en particular, sino de comunidades mixtas y bilingües de fenicios y griegos, y por impulso de los propios fenicios, quienes además habrían desarrollado la notación vocálica, antes incluso de entrar en contacto con los griegos.

2. Cuándo: la segunda mitad del siglo VIII a. de C., después de la adopción de la escritura fenicia por parte de los frigios.

3. Dónde: en distintos puntos del mundo griego, pero en todo caso a través de Frigia, aunque presumiblemente por la acción difusora de los eubeos.


4. Por qué: no para facilitar las transacciones comerciales, sino para uso ocasional, privado, doméstico, y por el prestigio cultural que suponía la adopción de un importante instrumento de civilización presente en culturas orientales mucho más avanzadas política y culturalmente.

5. Cómo: no a través de escribas ni de la escuela, sino de las comunidades de comerciantes fenicios que convivían estrechamente con los griegos ("no hay ni siquiera que descartar que los fenicios escribieran en griego antes incluso que los propios griegos", pág. 306).

PALABRAS, NO IMÁGENES

Siguiendo con el tema de la entrada anterior, observa Andrew Robinson que los signos del lenguaje de señas "no son independientes del habla; cualquier sistema aceptado y válido de lenguaje de signos, como el «Lenguaje de Signos Norteamericano» (ASL, siglas de «American Sign Language»), está basado en un idioma hablado, de modo que, por ejemplo, alguien que domine solamente el ASL no podrá ponerse en comunicación con uno que domine el Lenguaje de Signos Chino."




"Nos gustaría pensar que las palabras que aparecen en una página adquieren significado «directamente» en nuestras mentes, pero, en cuanto tratamos de preguntarnos en nuestro interior lo que significan, vemos que se vuelve imprescindible lo que podríamos llamar «habla interior»."


"También es interesante observar que cuando se leen textos difíciles, la gente suele mover los labios y a veces incluso leer la frase en voz alta para sí mismos, con objeto, al parecer, de facilitarse la comprensión."


"La importancia de las palabras, por oposición a las imágenes, se puede deducir de un experimento muy sencillo: cerremos los ojos e imaginemos que vamos en coche por un camino conocido a un supermercado. Las imágenes, en gran medida independientes del idioma, surgirán las primeras en nuestra mente. Ahora bien, imaginemos, sin necesidad de hablar en voz alta, que hemos de explicar a alguien cómo se va a ese supermercado, y entonces tendremos que usar medios lingüísticos para describir esas mismas escenas, por insuficiente que tal recurso nos resulte."


Historia de la escritura, págs. 38-39

sábado, 26 de febrero de 2011

¿PODEMOS LEER SIN HABLAR?

La lengua es un sistema de representación de la realidad. La lengua hablada es un sistema de representación primario: cuando decimos mesa, todos los que entendemos el castellano nos representamos mentalmente el objeto de la realidad.


Hace varias decenas de miles de años, el hocico de nuestros antepasados homínidos se acortó y estiró la faringe, haciendo descender la laringe. Estos cambios posibilitaron que la lengua se moviera hacia arriba y hacia abajo, hacia delante y hacia atrás, creando cavidades de resonancia de distinto tamaño y en diferentes puntos.


El hombre comenzó a articular sonidos con los órganos de fonación: el aire procedente de los pulmones salía por la boca y la nariz. En el caso de los sonidos vocálicos, el aire salió libremente y haciendo vibrar las cuerdas vocales; en el caso de las consonantes, la salida del aire quedaba parcial o totalmente cerrada por la glotis, la faringe, la úvula, el paladar y la lengua, los labios, los dientes, los alveolos y la nariz.

 

Y así transcurrieron decenas de miles de años, hasta que en el IV milenio a. de C., en dos puntos de la Tierra (Mesopotamia y Egipto), el hombre comenzó a fijar la lengua hablada por medio de pictogramas, es decir, dibujos. Nació así la escritura, que es un sistema de representación secundario: no representa la realidad, sino otro sistema de representación, la lengua.


Hablando de este tema con mi amigo Javier, surgió una duda, enriquecedora como todas las que él expone: ¿es seguro que cuando leemos sin pronunciar estamos imaginándonos ante todo los sonidos y no la realidad representada por los sonidos? En el libro Historia de la escritura, de Andrew Robinson, pág. 17, he encontrado esta respuesta tajante:

"La escritura y la lectura están íntimamente ligadas al habla, ya sea moviendo los labios o sin moverlos. Los caracteres chinos no hablan directamente a la mente sin la intervención del sonido, a pesar de que tanto los chinos como muchos eruditos occidentales llevan siglos afirmando lo contrario. [...] Ferdinand de Saussure, el fundador de la lingüística moderna, dijo del lenguaje que es comparable a una hoja de papel. «El pensamiento está en una de las caras, y el sonido en la otra. De la misma manera que es imposible coger unas tijeras y cortar una cara de una hoja de papel sin cortar al mismo tiempo la otra, también lo es en el idioma aislar el sonido del pensamiento, o el pensamiento del sonido.»"


Este conocimiento tan elemental (la lengua nació como y es un acto de habla, y la escritura es secundaria, vino mucho después) sigue siendo desconocido para la mayor parte de la gente alfabetizada, comenzando por académicos de la lengua y demás eruditos, que siguen metiéndose con los andaluces, por ejemplo, con argumentos como éste: "Es que si se escribe así, ¿por qué no lo pronunciáis así?" La pregunta debería formularse justamente al revés: "Si se habla así, ¿por qué no se escribe así?" La respuesta a esta última pregunta está en la Historia, pero se ve que la vagancia les ha impedido encontrarla.

viernes, 25 de febrero de 2011

BIBLIOGRAFÍA

Aparte del artículo mencionado en otra entrada, que sigo leyéndome, recurriré para el documental a estos cuatro libros que saqué ayer de la Biblioteca de la Universidad Complutense:

Historia de la escritura, de Andrew Robinson, Ediciones Destino, Barcelona, 1996

Historia universal de la escritura, de Harald Haarmann, Editorial Gredos, Madrid, 2001

 Greek scripts: an illustrated introduction, editado por Pat Easterling y Carol Handley, Society for the Promotion of Hellenic Studies, 2001

 
The local scripts of Archaic Greece, de L. H. Jeffery, Clarendon Press, Oxford, 1990

miércoles, 23 de febrero de 2011

¿POR QUÉ "CARACTERES"?

He elegido este título para el documental porque me parece muy sugestivo. Todos conocemos la estrecha relación que existe entre la personalidad de un individuo y su escritura. Esa relación también se da "a una escala" mayor: entre un pueblo y su escritura. Si los griegos no hubieran creado su alfabeto, no habrían desarrollado su pensamiento abstracto, sus códigos legales, su literatura.


Esta asociación se hace evidente en la propia lengua griega. El sustantivo χάραξ designaba la estaca. A partir de su raíz, χαρακ-, se formó el verbo χαράσσω (ático χαράττω < *χαράκ-y-ω): "hacer una incisión con una estaca", "tallar", "grabar". A partir de este verbo, con el sufijo de agente -τήρ, se formó el sustantivo χαρακτήρ "tallador", aplicado al artesano que acuña la moneda y también al cuño o troquel que utilizaba para estampar una figura en la moneda. Por metonimia, el cuño dio nombre a la imagen acuñada y por extensión a cualquier marca tallada, por ejemplo, una letra. Finalmente, χαρακτήρ se empleó en sentido metafórico: "marca distintiva", "rasgo", "característica", "carácter": ὁ χαρακτήρ τοῦ προσώπου "el rasgo de su cara" (Heródoto 1.116; en este ejemplo, el uso está a caballo entre el propio y el metafórico).


Todas estas asociaciones de ideas, muy reveladoras, se dan una y otra vez en la lengua: un trabajo tiene el sello de su autor, una experiencia deja una impronta, la cara y la personalidad tienen unos rasgos. Los caracteres son marcas estampadas en una superficie, en una cara, en un alma, en el espíritu de un pueblo.



Este vídeo, con el que pienso dar comienzo al documental, da cuenta de todas estas asociaciaciones:

domingo, 20 de febrero de 2011

NUEVAS PERSPECTIVAS

Mientras tanto, me voy planteando darle al documental no sólo un enfoque técnico, de nivel nada escolar, sino además innovador y actualizado. En este último ha tenido que ver la lectura que he comenzado en los últimos días, un extenso e interesante artículo de Juan Signes Cordoñer, "Nuevas perspectivas en el origen de la escritura en la Grecia Arcaica (siglos IX-VIII a. C.)", publicado en el libro El Mediterráneo antiguo: lenguas y escrituras, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2010:

LINGUIST'S SOFTWARE

Las fuentes gratuitas que me he bajado de Internet no son suficientes para realizar un trabajo serio, así que, como siempre, para encontrar calidad, se ha hecho necesario pagar: más de 80 euros por dos fuentes que vende Linguist's Software, una web especializada en este tipo de productos. Las dos fuentes que he adquirido son GreekArchaic, que tiene la ventaja de ofrecer hasta cuatro caracteres distintos (concretamente, variantes de una misma letra) por cada tecla (aunque todavía no he conseguido que mi portátil escriba los dos últimos caracteres de cada tecla):


Y LatinArchaic, también muy completa:


Éstos son los teclados, respectivamente:

jueves, 17 de febrero de 2011

FUENTES

Para realizar el documental, he tenido que pertrecharme no sólo de abundante material bibliográfico y fotográfico, sino también de un elemento de carácter muy técnico que no estaba presente en El lenguaje del Amor: las fuentes, los tipos de letras.


En este montaje voy a utilizar, como mínimo, las siguientes (dejando aparte las más corrientes):

lunes, 14 de febrero de 2011

¿FILÓLOGOS, ARQUEÓLOGOS O HISTORIADORES?

Decía ayer que la historia del alfabeto podría resultar árida a los no filólogos. En realidad, no fui exacto. Se podría decir que también para los filólogos es un tema si no árido, sí al menos extraño a su formación o a sus intereses. ¿Por qué? Porque los filólogos estudiamos fundamentalmente la lengua y la literatura de un pueblo y, marginalmente, algunas disciplinas que se consideran necesarias para comprenderlas, por ejemplo, la Mitología. Puedo decir que en la Universidad de Sevilla, donde estudié, esta materia ni siquiera era obligatoria. Y desde luego, nada de epigrafía, arqueología, paleografía o codicología, y muy poco de Historia (y aún así, optativa).


La consecuencia de esta formación deficitaria y defectuosa es la de siempre: se produce un divorcio entre el filólogo y el arqueólogo, entre el filólogo y el historiador, cisma del que también son responsables los curricula de las carreras estudiadas por esos otros especialistas. Un filólogo se pierde en cuanto se adentra en un manual de Arqueología, un arqueólogo no llega a comprender la inscripción del ánfora que tiene en sus manos y un historiador se queda en la superficie de un relato al no poder entender la lengua original de la fuente que maneja. Etcétera.


Fui especialmente consciente de esta situación el pasado verano, cuando en los museos de Europa, y especialmente en los de Grecia, los vigilantes, directores y demás miembros del personal me hacían siempre la misma pregunta: "¿Eres arqueólogo?" Por ejemplo, en el Museo Arqueológico de Corinto estuve buscando durante un buen rato este arýballos (frasco para el perfume):


Como era tan pequeño, no lo pude encontrar. Le pregunté a una de las vigilantes, que muy amablemente se puso a buscar conmigo, y como tampoco ella dio con el objeto, me condujo hasta el exterior del museo, donde preguntó a una arqueóloga. Las dos me preguntaron si yo era arqueólogo. Les respondí que no, que me interesaba ese objeto porque contenía una importante inscripción arcaica en estilo boustróphedon (con cambio en la dirección de la escritura):


Cuando le decía el texto de la inscripción, pronunciándoselo a la manera del griego moderno, ponía cara de estar oyendo algo parecido al chino. Sólo cuando le enseñé una fotografía que tenía en el portátil, cayó en la cuenta y pudo conducirme hasta la vitrina que contenía tan anhelada joya arqueológica, epigráfica, histórica... y filológica:



La consecuencia directa de todo esto es que ni unos ni otros acometen un estudio integral de cuestiones como el origen del alfabeto. Lo más que puedes encontrar es una masa de materiales inconexos, incompletos, confusos, anquilosados y, desde el punto de vista visual, paupérrimos. Uno se queda con las ganas de profundizar, pero siempre en los mismos puntos ve con impotencia cómo el flujo de datos se detiene de manera abrupta. Y acabas diciendo: "Me parece que ni él mismo lo estaba entendiendo y por eso lo ha dejado así."

domingo, 13 de febrero de 2011

PRESENTACIÓN

Mientras con la ayuda de Amalía sigo traduciendo al griego moderno El lenguaje del Amor, me dispongo ya a darle forma al siguiente, Caracteres.


Es otra idea que me rondaba la cabeza desde hace unos años:



Y a punto he estado de desistir, porque acabé quemado con la anterior, pero ya he recuperado fuerzas, y me sentiría mal no dándole un formato audiovisual a un tema que, por muy árido que pueda antojárseles a los no filólogos, resulta fascinante.



De todos los inventos llevados a cabo por el hombre a lo largo de la historia, la escritura es sin duda el más revolucionario. Sin escritura no quedaría recuerdo de las cosas, no existiría organización de ningún tipo, no habría transacciones comerciales, ni contratos, ni matrimonios, ni familias, ni educación, ni calles, ni barrios, ni ciudades, ni países. No existiría la civilización.


¿Dónde y cuándo apareció ese invento? ¿Cómo evolucionó hasta convertirse en esto mismo que ahora estoy escribiendo y vosotros leyendo, es decir, en el alfabeto? De eso tratará el documental, ya que, después de pensarlo durante varios meses, he llegado a la conclusión de que no puedo circunscribirlo a una historia del alfabeto latino, ni del griego. En esa evolución no hay solución de continuidad, y nada se entiende sin el paso anterior. Dicho de otro modo: sólo puedo comenzar por la escritura jeroglífica egipcia y terminar en el alfabeto latino (y otros derivados del griego, como el cirílico o el copto):


Por tanto, me encuentro de nuevo ante una tarea faraónica, y nunca mejor dicho. Son tantos los puntos que se deben abordar, tanto el material que procesar (por suerte, ya lo he reunido, antes, durante y después del viaje de este verano), que el trabajo me llevará como mínimo hasta junio (o eso creo) y, por supuesto, necesitará una división en capítulos.